Balones fuera o pase de bola

Leo:
"Algunas voces opinan que el sector está sufriendo un problema que le llega de fuera. Así lo asegura por ejemplo Francisco Javier Peinado, vicepresidente de la Cámara de Comercio de Badajoz y de la asociación provincial de constructores (Apdecoba). «Nos están pasando una bola que no es nuestra», asegura. Para él, la raíz del problema está en la crisis financiera. «Todo viene de que las entidades financieras tienen falta de liquidez y están reduciendo sus inversiones crediticias. Esto provoca un efecto dominó sobre el resto de los sectores». " . Dicho en el Periódico HOY el día 8/08/2008.

Creo:
El artículo basa exclusivamente su argumentación en las declaraciones de Peinado, vicepresidente de la Cámara de Comercio de Badajoz y de la asociación provincial de constructores, por lo que es "normal" por su parte que intente echar la pelota fuera de su sector y manifeste que los males del mismo están en otra parte no en la construcción. Desde mi punto de vista los problemas que tienen las promotoras de viviendas vienen de:

1. Falta de ventas: Primera causa. La subida de los tipos de interés, saturación del mercado, falta de demanda exterior, etc
2. Exceso de apalancamiento en el sector de la promoción, es decir gran parte de sus inversiones están financiadas por entidades financieras, lo que ha producido, ante la subida de los tipo de interés una incremento de la carga financiera. Si a eso se le suma una falta de ventas obtenemos que se encuentran imposibilitados de hacer frente a sus compromisos con las entidades financieras. España ha soportado una situación en la que un promotor podía construír miles de viviendas poniendo de su bolsillo si acaso el IVA del suelo.
3. La llamada falta de liquidez de las entidades financieras es en realidad un endurecimiento en las condiciones para la concesión de préstamos a las promociones, es decir, si faltan ventas no hay financiación.
   

Al margen de lo que pase en el sector inmobiliario, el fondo de este comentario es hacer notar al lector la costumbre, muy arraigada, de echar la culpa a otro de nuestros males (¡ojo! sólo de los males), queriendonos hacer ver lo que nuestros propios ojos nos muestran: estructuras financieras desequilibradas, falta de capital social, crecimientos desmesuardos, especulación, enriquecimiento personal acelerado, etc.

Si no hay mal que 100 años dure, tampoco ha de haber bien ¿o si?.